Como familia viajera que somos hemos viajado con Fran desde sus 8 meses de edad. Y así es que, en cada viaje, nos tuvimos que adaptar a su alimentación. Sabemos que la alimentación de los niños es algo indispensable en los viajes en familia. Es por eso que reunimos las experiencias de 8 familias viajeras que han recorrido diversos lugares en donde nos cuentan cómo se organizan con la alimentación de los niños en los viajes.
Los dejamos con los testimonios y experiencias de estas familias amigas.
Qué vamos a ver en este artículo
Magia en el Camino. Tener siempre a mano la “Cajita mágica”
Uno de nuestros principales consejos con respeto a la alimentación de los niños en los viajes es tener siempre a mano lo que llamamos la “Cajita mágica”. La bautizamos con este nombre porque hace magia: no solo los alimenta y hace que se pase el fastidio por el hambre (una de las principales razones de fastidio de los niños), sino que además los entretiene y ellos sienten que es algo “suyo”. Nosotros siempre antes de salir (a cualquier lado) le preguntamos a Tahiel si tiene lista su “cajita”.
¿En qué consiste? Una simple caja de plástico con algunos compartimentos (se suele conseguir en los bazares de todo tipo) y en cada compartimento ponemos algo que a los chicos les guste (si es “sano”, mejor). Por ejemplo, yo suelo ponerle los cereales que le gusta a Tahiel, unas pasas de uva, almendras, algunos pedacitos de galletita dulce y, a veces, algunos confites. ¡Listo!
En un primer momento pensé solo en usarla en los aviones, pero me di cuenta que la podía usar y me podía “salvar” en muchas situaciones más. Por ejemplo, en los viajes en buses urbanos o en buses de larga distancia, en el traslado en el carrito cuando ellos quieren caminar y vos tenés que llegar a un lugar más rápido que el ritmo que ellos llevan andando, mientras tenemos que esperar en algún sitio, cuando estamos en una excursión y falta mucho tiempo para llegar al sitio donde comeremos o, simplemente, cuando tiene hambre y todavía no pudimos llegar a un restaurante o no está lista la comida. Claro que, esto último, hay que regularlo para que después no dejen de comer.
A nosotros realmente nos funcionó y nos funciona mucho. La diferencia con cualquier otro “snack” (como una fruta) que uno pueda tener es que los niños internalizan ese objeto (la caja) como propio y hasta lo toman como un juego, entonces, realmente los hace estar tranquilos un tiempo y, de paso, no tener hambre.
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Trotajoches, la familia viajera
Una duda que nos asalta a todos los padres que deseamos seguir viajando con nuestros hijos es cómo podemos organizar las comidas durante un viaje por un país extranjero. En contra de lo que podamos pensar, la etapa de lactante es la más cómoda, sobre todo si toma leche materna.
La primera vez que viajamos fuera de España nuestro hijo tenía 9 meses. Su alimentación consistía en leche artificial, purés y compota de fruta. Así que para nuestra comodidad decidimos hacer un crucero por el mar Adriático y Egeo, ya que esta manera de viajar tiene una gran ventaja: la maleta solo se deshace una vez. Al fin y al cabo un barco es un hotel flotante que nos traslada de forma cómoda de un lugar a otro.
Para este gran primer viaje decidimos llevar los potitos de casa para no perder tiempo buscando un supermercado mientras visitábamos las ciudades. De la misma manera, facturamos la leche de fórmula y el calienta biberones, lo cual nos permitió dar el desayuno a primera hora de la mañana sin tener que salir del camarote a calentar el biberón. Total, todo un éxito.
Posteriormente hemos seguido viajando con nuestro hijo por el mundo y la alimentación nunca ha sido un problema. Por ejemplo, en Islandia hay gasolineras que tienen un pequeño supermercado en el que se puede comprar comida preparada y calentar allí mismo en un microondas destinado para tal fin. Muy cómodo.
Otro viaje fácil en cuanto a comidas se refiere fue un road trip por el oeste de EEUU. Lo normal es comprar una nevera de corcho, se pone hielo en su interior y se guarda yogures, fruta, fiambre e incluso leche. Así siempre hay comida disponible para los largos trayectos de coche.
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Locos x los viajes
En nuestros viajes en familia, en estos cinco años que llevamos viajando con la peque, nunca hemos tenido problema con la comida en los destinos. Afortunadamente nuestra hija come de todo. Parte del éxitos se debe gracias a que desde que empezó a comer sólidos cuando tenía 6 meses adoptamos como forma de alimentación el BLW o lo que es lo mismo Baby Wed Leading. Además, siempre la hemos motivado para que probara de todo cuando salíamos de viaje, por lo que ahora, con 5 años, no pone pegas a comer platos que nunca ha visto antes.
Y aunque siempre la hemos instado a probar de todo… Cuando era bebé, solíamos ir cargados también con pequeños snacks desde España que le gustaban, tipo galletas, tortitas de arroz, batidos de chocolate… por si en algún momento, durante el viaje había algo que no le gustara. También, cuando tenía menos de dos años, aunque solíamos usar BLW, llevábamos algún potito desde España, con sabores que le fueran familiares, por lo mismo que los snacks: por si no hubiera algo que le gustara. Todo ello combinado con la lactancia materna durante los dos primeros años, hizo que fuera realmente sencillo viajar con ella en lo que a comidas se refiere.
Ahora ya no viajamos cargados de comida como antes. Porque hay algo que no falla nunca: a ella le chifla el arroz y el pollo, y raro es el destino donde no sea fácil encontrar estos dos ingredientes. ¡Así que el éxito estará siempre asegurado con ella!
Por ejemplo, en Japón, cuando estuvimos solo tenía 21 meses, pues gran parte del viaje se alimentó de arroz y de la lactancia materna -¡bendita lactancia materna!-. Y en Israel, que estuvimos con 4 años, también el arroz y el pollo fueron esenciales en su dieta, aunque como está acostumbrada a probar de todo, también comió falafel, hummus… Tan solo tiene una línea roja… No le gusta el picante.
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Viajando con chupetes. La comida en China
¿Cómo sobrevivir con un bebé de dos años en China? Nuestra experiencia gastronómica durante 21 días recorriendo China y Hong Kong.
Al aterrizar en China nuestra primera parada fue un supermercado. Los encontrarás en los grandes centros comerciales y suelen ser de comida internacional. Podrás encontrar leche suiza, quesos e incluso jamón de España o Italia. Nuestro imprescindible para el día a día con bebé es la leche, además le gusta con colacao por eso vamos provistos siempre con sobres desde España y también con su taza y pajitas. En la lista de la compra tampoco nos puede faltar las galletas, cereales, bananas, queso, yogures, jamón y salchichas para cocer en los hervidores de las habitaciones de hotel. También siempre nos salva coger de los desayunos huevos duros (pero en este viaje tuvimos pocos alojamientos que incluyeran el desayuno).
A la hora de comer en restaurantes tuvimos bastantes problemas, al principio se comía muy bien el arroz y los tallarines, pero enseguida se cansó, perdió el apetito y no quería apenas probar nada. Pero es algo que también nos pasó a nosotros. Porque encontrar un restaurante apetecible, limpio, a buen precio y donde entiendas lo que pides comenzó a ser difícil durante el transcurso del viaje. A pesar de eso, nuestra pequeña nos sorprendió comiendo sopa de pato cuando fuimos a comer un auténtico pato Pekín, comiendo alguna brocheta de pollo en algún puesto de la calle… Pero también tuvimos que acudir a los infalibles, por primera vez se comió una hamburguesa del McDonald’s.
Realmente lo que nos salvó fue tener un apartamento con cocina en Shanghai. Porque tres días cocinando el chef de la casa con productos internacionales (encontramos incluso sazonador “Carmencita”) devuelve el apetito a cualquiera. En Hong Kong tuvimos menos problema ya que hay más variedad de restaurantes, destacando los italianos. ¿Quién no recurre a la pizza y la pasta en sus viajes con niños?
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En busca del gran viaje
La comida, sin duda, es uno de los temas que más nos preocupan a los padres a la hora de viajar con nuestros hijos; pero según nuestra experiencia, es más el agobio que sentimos antes de viajar que los problemas que pueden surgir a la hora de comer con los más pequeños más allá del hecho de tirarse dos horas comiendo, el “no quiero más” o lo típico de “no lo quiero probar”…
Para nuestros primeros viajes nos apoyamos muchísimo en la lactancia materna ya que nuestra peque estuvo tomando el pecho durante bastante tiempo, nos fue muy útil a la hora de poder salir con ella a cualquier lugar sin tener que preocuparnos de calentar comida, de buscar un sitio donde comprar la leche concreta del bebé o de ir cargados con un montón de cosas desde casa. Además, nos fue súper útil en el avión, ya que para los despegues o los aterrizajes, el estar enganchados a la teta les alivia la presión de los oídos ( esto también podría aliviarse con un biberón de leche o agua ).
Cuando dejó de ser tan bebé y pasamos a los sólidos, intentamos buscar alojamientos en los cuales nos pudieran preparar la comida para la niña, teniendo en cuenta que todavía no comía de todo y que había ciertos alimentos que aun no podía comer por el tema de las alergias alimentarias. Otra opción era buscar apartamentos que tuvieran cocina para que nosotros pudiéramos prepararle la comida y meterla en termos para que aguantara caliente hasta la hora de la comida; en contadas ocasiones hemos llevado potitos, ya que preferimos la comida casera y es verdad que no siempre es fácil encontrar un lugar donde poder calentarlos… Con respecto a la leche, si toman leche de continuación que no sea en polvo, os recomendamos no subirla a un avión ya que se puede poner mala.
Ahora que nuestra niña va creciendo y come (casi) de todo, siempre intentamos que pruebe la comida local de cualquier lugar al que vayamos, aunque es cierto que no siempre le gusta todo lo que prueba… Eso si, normalmente, en la mayoría de los destinos, siempre suelen tener comida que no suele fallar con los peques, como puede ser la pasta, el arroz, el pollo o las hamburguesas. Nosotros, como última experiencia viajera con nuestra niña de 3 años deciros que no tuvimos ningún problema para comer en Tailandia con ella.
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Viajandodo
Nosotros hemos empezado a viajar con nuestro bebé cuando tan sólo tenía 2 meses y medio. Y para ser sinceros, la lactancia ha sido sin duda la mejor opción. En nuestro primer viaje internacional a New York, Avril ya tenía 5 meses. Recordamos que, en los momentos en los que estaba cansada o agobiada, tan sólo hacía falta darle un poco el pecho para que se quedara tranquila. En cualquier otro caso, no hubiésemos podido visitar ni la mitad de lo que marcamos en nuestro itinerario.
La lactancia materna durante los viajes permite tener la comida lista y calentita todo el tiempo. Y eso es un auténtico lujo. Es como un “take away” integrado en la mamá con garantía de un 100% sano y natural. Mejor imposible.
Avril, a los 4 meses y medio, también comenzó la llamada diversificación (purés de frutas y verduras). Y por lo tanto, en New York también los tomaba. Para los primeros días, los llevamos directamente desde casa y el resto los compramos allí. De esta manera, nos organizamos de la siguiente manera: por las mañanas, leche materna. Al medio día, durante la pausa del almuerzo, aprovechábamos para darle su puré de verduras. Para la merienda, en caso de hacer pausa, le dábamos puré de frutas y si estábamos visitando, de nuevo el pecho. Por las noches, regresábamos temprano al hospedaje para darle de cenar puré y leche materna antes de dormir. Aunque debemos añadir que Avril también tomaba el pecho “entre-huecos” y lo sigue haciendo.
Lo mas cómodo para nosotros fue la disponibilidad para amamantarla en cualquier momento y lugar cuando ella lo necesitara. Al menos para las mamás que no son pudorosas como yo. Como sabéis, los bebés lactantes a veces necesitan mamar no forzosamente para comer sino para estar en contacto con la mamá y sentirse asegurados. Ante tanto estímulo desconocido durante el viaje, nos percatamos de que darle el pecho la tranquilizaba estuviese donde estuviese. Sabemos que mientras siga con la lactancia, estaremos tranquilos por ese lado para nuestros próximos viajes.
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El mundo a nuestros pies
Como familia hemos ido cambiando las estrategias a medida que Sofia iba también modificando los modos de comer y sus mañas. Como todos los niños y las niñas, a lo largo de estos 5 años, ha ido siendo más receptiva por momentos, más selectiva en otros.
En este último tiempo, y tomando en particular el caso de Cuba, las estrategias tienden a mediar y equilibrar entre posibles incorporaciones con alimentos ya aceptados y consolidados.
Por eso, en Cuba, donde las cadenas de comida rápida no existen, y los dulces son una utopía, hubo que tomar ciertos recaudos. En Argentina somos de comer una gran cantidad de galletas dulces. Y Sofi tiene sus preferidas, claro. Así que fuimos con varios paquetes, que nos duraron más de la mitad del viaje. Luego buscamos bastante hasta que logramos encontrar algunos paquetes a precio bastante elevado.
Otra cuestión a tener en cuenta son los dulces, porque como decíamos más arriba, casi no existen en la isla. Así que hay que llevar, y muchos. Muchos porque la realidad es que si los niños cubanos que te van cruzando te ven con una niña o niño, intuyen que es probable que tengas dulces, así que te piden. Y sus caritas de felicidad bien valen el peso de llevar una buena bolsa de dulces.
Más allá de tomar las precauciones con respecto a las cosas que no se van a encontrar en el país al que vamos, es importante que los chicos tengan algo conocido, algo que los siga enlazando con su casa (tal como pasa con algún juguete importante, si queremos que no extrañen, algunas de estas estrategias son válidas)
En Cuba nos complicó que los alojamientos no tienen la posibilidad que siempre priorizamos: lugares con cocina, aunque sea compartida. Eso siempre es un plus, porque te permite cocinar la comida a la que está más acostumbrado/a tu hijo/a. En el caso de Cuba, la posibilidad de alojarte en casas de familia hace factible que los dueños de casa te cocinen a tu gusto una muy rica comida casera, ¡no se pierdan esa oportunidad!
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El mundo es el límite
Alimentar a niños en viaje, no suele ser una capítulo que permita improvisar. De todas maneras, eso no lo hace difícil. Nosotros viajamos con Sofi de 9 años y Cata de 1. Está claro que Sofi no es un problema a la hora de alimentarla, pero sí tenemos que pensar en cómo alimentar a Cata, que a su corta edad, necesita una atención extra.
Consejo para los padres y madres viajeros: si están pensando en dejar de amamantar antes de un viaje, NO lo hagan. Por si fueran pocas las bondades que tiene la lactancia, se suma la facilidad incondicional que te permite tener alimento para tu niño en todos lados y a todo momento, y sobre todo lo inmuniza en donde esté. Tanto en los países nórdicos (viajamos a los 7 meses de Cata), como en el Transmongoliano (lo hicimos 8 meses después), fue clave para nosotros que Cata tomara la teta. Eso nos daba la libertad que si un recorrido se extendió más de lo pensado, si no encontramos un supermercado donde pensábamos que había, la leche materna nos daba un tiempo extra invalorable, y que además alimentaba como nada a Catalina.
Tres claves son las que manejamos nosotros para alimentar a nuestras hijas, la lactancia en caso que estén en edad para ello, complementando con comida variada del lugar, porque muchas veces nos complicamos queriendo que coma cosas como en nuestro país, pero en el lugar que nos encontramos eso puede no ser tan común, y por ende tenemos más riesgo a que no sea fresco. Y finalmente, la tercer clave, es siempre prever tener encima comida que se pueda mantener a temperatura ambiente, como comida enlatada (las hay especiales para bebes), snack saludable, y hasta alguna leche de cajita que no requiera heladera.
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2 Comentarios
Colaboraciones – En busca del gran viaje · 4 noviembre, 2019 en 9:03 am
[…] Escribimos un post para De viaje en la vida en colaboración con otras familias bloggers sobre la alimentación de los niños mientras viajamos. […]
Colaboraciones con empresas y bloggers | En busca del gran viaje · 31 julio, 2020 en 2:00 pm
[…] Escribimos un post para De viaje en la vida en colaboración con otras familias bloggers sobre la alimentación de los niños mientras viajamos […]